La demanda del agua para uso doméstico, industrial y agrícola aumentará un 50% en 2030. Este recurso natural ocupa el 70,8% de la superficie terrestre pero tan solo el 2,5% es agua dulce, es decir, apta para consumo.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima en 50 litros/persona/día la cantidad de agua necesaria para llevar a cabo acciones cotidianas como beber, cocinar y lavar. En este cálculo quedaría, por tanto, fuera la cantidad de líquido elemento necesario para llevar a cabo las actividades agrícolas e industriales, dos de los sectores que más recursos consumen elevando a 100 litros por persona y día el volumen necesario.
La huella hídrica es el indicador medioambiental que nos permite analizar el volumen de agua dulce utilizada para producir determinados bienes. En el cálculo de este índice se tiene en cuenta no sólo el agua destinada a la creación de un producto, sino toda aquella destinada a la cadena de fabricación y comercialización. Por ejemplo, para cosechar un kilo de arroz son necesarios 2,497 litros de agua, según Water FootPrint Network, una ONG cuya misión es la de utilizar el concepto de huella hídrica para promover la transición hacia el uso sostenible, justo y eficiente de los recursos de agua dulce en todo el mundo.
La UNESCO -la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura- estima que, a mediados del siglo XXI, la demanda de agua se habrá duplicado y, por ello, las reservas hídricas estarán al límite para abastecer a los 12.000 millones de personas que habitaremos el planeta.