Ahora, establecido en Madrid, este joven artista ha visto cómo la pandemia ponía en cuarentena su deseo de dedicarse profesionalmente a la hostelería. Con el estado de alarma tuvo que aparcar el módulo que estudia y posponer las prácticas laborales que estaba a punto de iniciar.
“El encierro genera frustración. Recluido en casa, sin ingresos, tienes mucho tiempo para dar vueltas a las cosas, para aburrirte y cambiar rutinas. En esos momentos piensas que has dedicado mucho tiempo a prepararte para una oportunidad laboral, una aspiración que se corta de raíz, en un mercado que traerá nuevas reglas. Todo ello te genera una pérdida de confianza, preguntándote cómo salir adelante”, apunta.
“Junto a mi viaje, esta crisis está siendo la situación más difícil que me ha tocado vivir”, subraya David. “Lo peor de todo, ver restringida tu movilidad. Incluso traspasando fronteras seguías conservando la capacidad para moverte, para elegir si continuar o dar la vuelta. El coronavirus nos ha arrebatado esa libertad”.
Un nuevo revés que tampoco ha conseguido borrarle la sonrisa. “No tienes más remedio que levantarte y mirar al futuro con optimismo”, subraya. “Estoy seguro de que podré retomar mis estudios en septiembre, realizar mis prácticas, obtener mi título y encontraré un trabajo con el que ganarme la vida y ayudar a mi familia”.
Vivir de la música, un sueño por cumplir
“No vivimos de la música, pero sin música no podemos vivir. Para nosotros, es una pasión; y confío en que algún día las cosas cambien a mejor y podamos cumplir nuestro sueño”, comenta este bardo camerunés.
Hasta que pueda consumar esa meta, David sigue dando las gracias por la generosidad de todos aquellos que se han cruzado en su camino ayudándole a salir adelante. Y continúa sonriendo, sin quejarse ni levantar la voz, porque “hay personas que lo han pasado peor, que han perdido a su gente, a familiares y seres queridos. Estamos sanos y seguimos con nuestra vida, preparados para empezar con nueva energía. Eso es lo realmente importante”, concluye.