¿Te imaginas no entender absolutamente nada de lo que ocurre a tu alrededor? Ir al médico, coger el transporte público, hacer la compra… No es fácil ponerse en la piel de las personas con discapacidad auditiva.
La sordera es llamada, por quienes la padecen, la discapacidad invisible. Al ser una alteración que no se ve, recibe poca atención y pasa fácilmente desapercibida. Quienes se encuentran en esta situación viven, con motivo de la pandemia de la COVID-19, un doble aislamiento social.
Aunque la mascarilla es hasta el momento el método más eficaz para evitar los contagios, su diseño opaco supone una barrera más para las personas con pérdida de audición. No hay que olvidar que se apoyan en la lectura de los labios para poder comunicarse con los demás.
La mascarilla no solo cubre la nariz y la boca, sino que esconde buena parte de la cara, limitando la expresión facial y bloqueando un canal de comunicación que resulta vital para ellos.