Los doctores Átomo y Rico Brócoli entran en la habitación acompañados del enfermero Aspirino. Van ataviados con su uniforme de colores y su nariz colorada. Dentro se encuentran a un niño enfermo. Aunque carecen de estudios de medicina, sí saben administrar el mejor medicamento: una sonrisa. Son los payasos de la asociación La Sonrisa Médica. Con su humor, magia, malabares o música humanizan la estancia en el hospital y ayudan a mejorar la salud de los más pequeños. Son doctores de la sonrisa.
“Ser payaso es un servicio a la sociedad y esas ganas de servir son las que nos impulsan a ser payasos de hospital”, afirma Camil Casanovas, conocido como el enfermero Aspirino. “Es un trabajo muy gratificante, y enriquecedor a nivel personal, ayudar a estos niños”, reconoce uno de los pioneros en este arte de recetar sonrisas. “Camil fue el primer payaso de hospital de España”, desvela María José Suárez, responsable de recursos de La Sonrisa Médica.
En esta historia de sonrisas curativas hay que retroceder 26 años en el tiempo, e irse a París. Allí, en la novena planta del Institute Gustave-Roussy comenzó el proyecto de La Sonrisa Médica. “Una familia de Mallorca”, comienza explicando Suárez, “decidió acudir a este centro oncológico buscando la curación del tumor que padecía su hija, de nombre Laura”. Allí, además de buenos médicos, “encontraron una sorpresa, descubrieron al equipo de payasos que visitaban a los niños enfermos”.