Yo comencé a trabajar con personas migrantes en situación irregular allá por 2005 realizando acompañamientos en trámites, impartiendo clases de castellano, etc. especialmente con un asentamiento que había bajo el puente de Ademuz en Valencia. Mi colaboración era a nivel personal, como mucha gente con la que acabamos generando redes de apoyo. La mayoría de estas personas eran chicos de origen subsahariano, pero yo nunca había pisado el África subsahariana.
En 2008 tuve la oportunidad de viajar a Burkina Faso acompañando un proyecto de cooperación de la UPV liderado por una amiga. Yo iba de “mirona”, pero me atrapó todo aquello. Volví al año siguiente, y ya en 2010 decidí que no quería ir de paso, sino “estar”, así que tras bastantes meses ahorrando, solicité una excedencia y me marché 5 meses a Gaoua, al suroeste de Burkina Faso, y me puse a disposición de una asociación local de mujeres, con las que estuve trabajando todo ese tiempo.
Durante mi estancia hubo de todo, bueno y malo. Tuve oportunidad de ver cómo el analfabetismo era el caldo de cultivo de las manipulaciones más ignominiosas, más rastreras. Vi en multitud de ocasiones cómo el analfabetismo impedía que la gente conociese sus derechos más básicos. Vi un potencial humano tremendo al que el analfabetismo cortaba las alas, vi atropellos a la dignidad de las personas, especialmente de las mujeres, que no eran capaces de salir del hoyo por falta de oportunidades… Así que dije “hay que mojarse”, y fue así como nació la idea de crear CIM Burkina, cuyo significado no es otro que “Colaboración con la Infancia y la Mujer en Burkina Faso”.
La idea original era dotar de becas escolares a niñas y niños sin recursos para evitar la exclusión y que pudieran recibir una educación digna.
Trabajamos desde la convicción de que la educación es la vía para el desarrollo integral del ser humano, fomentando la creación de espíritus críticos que formen personas libres y librepensadoras. Tenemos la firme creencia de que la falta de cultura y el analfabetismo son el caldo de cultivo y el triunfo de la manipulación y del abuso impune de gobiernos corruptos.
Creemos que la educación es un derecho fundamental de todas las personas y un factor clave en la conquista de los DDHH, en la consolidación de la democracia a todos sus niveles y en el progreso humano y social. Creemos en la educación como vía insustituible para que todas las personas asumamos la responsabilidad de nuestro desarrollo integral y como elemento indispensable para establecer relaciones de respeto y equidad en todos los sentidos, creando un modelo integrador, participativo y solidario que propicie una cultura de paz y de cooperación.
En definitiva, estamos convencidas, como decía Nelson Mandela, de que la educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo.