El emprendimiento turolense Apadrina un Olivo, un programa de ‘rescate’ que valoriza recursos naturales endógenos de la zona de Oliete, en el Bajo Aragón (100.000 olivos centenarios en situación de abandono), crea oportunidades laborales sostenibles y aumenta los flujos turísticos a un pueblo con menos de 400 habitantes.
Este proyecto social y medioambiental tiene en el aceite de oliva su particular bálsamo para luchar contra la despoblación. Nacida en 2014, la iniciativa transforma un recurso infrautilizado en un atractivo turístico y un vehículo para combatir el éxodo rural, involucrando a la sociedad y al tejido empresarial para la recuperación y puesta en valor de su patrimonio oleícola. Estas acciones permiten, al mismo tiempo, generar vías de desarrollo sostenible en un área rural desfavorecida con inclusión social (a partir de la creación de nuevos puestos de trabajo y oportunidades laborales para personas vulnerables).
Alberto Alfonso Pordomingo, cofundador de esta iniciativa, lo tiene claro. “En este proyecto tratamos de reivindicar el valor de nuestros recursos naturales, a la vez que se conecta el medio urbano con el entorno rural para hacer vivir a los participantes una experiencia. Y aquí es donde el turismo constituye una parte muy importante del proyecto”.
Hasta la fecha, afirma, “hemos recuperado 8.200 olivos, tenemos 5000 madrinas y padrinos de 17 países que están conectados porque depositan en ese olivo una experiencia, una ilusión, un sentimiento”.
La Fundación Starlight, que convierte la bóveda celeste en su mayor activo. Esta iniciativa, sustentada en un sistema de certificaciones, promueve el turismo astronómico con una doble finalidad: proteger el firmamento y aportar su grano de arena para dinamizar la economía de zonas despobladas, aquellas que, por definición, tienen mejor cielo y, por lo tanto, un mejor recurso para enseñar a la sociedad.
Con esta visión, Toñi Varela, doctora del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y directora gerente de Fundación Starlight, defiende la “necesidad de luchar contra la contaminación lumínica, la más intrusa de todas las contaminaciones” y la posibilidad de “desarrollar un destino turístico a partir de un cielo estrellado, un recurso natural”.
“En nuestra sociedad hemos perdido gran parte de nuestras estrellas. La creciente población, el uso abusivo e inadecuado de alumbrado en pueblos y ciudades son algunos de los causantes de este problema”, señala la científica. De ahí “la obligatoriedad de inventar e idear fórmulas para proteger y preservar este cielo oscuro y la luz de las estrellas, de recuperar el paisaje estrellado, que es también un motor de economía sostenible, de economía local”.
La entidad sin ánimo de lucro otorga un sello de calidad a los destinos, alojamientos y reservas naturales para que puedan desarrollar ‘astroturismo’, en especial, aquellas plazas localizadas en zonas rurales, con poca contaminación lumínica y que pueden aprovechar la actividad turística para frenar la sangría de la despoblación.
‘Soap for Hope’ (Diversey), un proyecto de RSE de impacto positivo que el sector hotelero ha abrazado perfectamente. Los mimbres de esta iniciativa parten de un acto tan simple como reciclar el jabón sobrante utilizado por los clientes de los establecimientos y darle una nueva vida, reaprovechando su uso para mejorar la higiene pública (la falta de aseo causa la muerte de siete millones de niños al año en todo el mundo), reducir residuos y proporcionar un medio de subsistencia a las comunidades que más lo necesitan.
El programa ‘Jabón para la esperanza’ se articula, pues, sobre tres ejes esenciales: salvar vidas, beneficiar a los asentamientos locales y disminuir el impacto negativo al medioambiente a partir de la reutilización de excedentes.
Desde 2018, la cadena española Meliá Hotels International está adherida a este proyecto solidario, reafirmando su compromiso con la economía circular, fundamental para lograr un mejor equilibrio entre las personas, el medio natural y el desarrollo económico.
La replicabilidad de esta causa ha generado un impacto positivo en su modelo de negocio. Para Tomás Franquet, director de Responsabilidad Corporativa del grupo Meliá, “se trata, además, de hacer negocio bien, haciendo el bien. Con muy poco se puede lograr mucho. Y es que no hay un futuro sostenible sin un presente responsable”.