La salida de prisión tras el cumplimiento de una condena conlleva, en muchas ocasiones, un complicado proceso de adaptación para los propios internos en distintos planos, entre los que destacan el social y el laboral.
Generalmente, la privación de libertad acarrea una desconexión con el mercado de trabajo, amén de otros entornos, dificultando esa vuelta a la ‘rutina’ de los exreclusos. Esta realidad se agrava, además, con la falta de oportunidades profesionales y la existencia de una serie de prejuicios que entorpecen aún más esa reinserción.
A priori, el objetivo no es fácil: lograr que esa persona aislada y privada de libertad durante un determinado periodo de tiempo se dote de una serie de recursos que le permitan, a la hora de salir a la calle, retornar a una cierta normalidad y reintegrarse en la sociedad. En definitiva, gozar de una nueva oportunidad.