Con el foco en la persona
Bajo el lema omnipresente en la misión camiliana “Cuidar y enseñar a cuidar”, el proyecto despliega un abordaje integral, interdisciplinar e individualizado en la atención a la persona mayor en la senectud. Una asistencia adecuada a su situación particular, cuya filosofía descansa en principios humanistas que priorizan valores como la dignidad, la comprensión, la empatía y la confianza, siempre aplicados a la promoción de la salud y su bienestar.
“En el apoyo a las personas dependientes es fundamental dispensar unos cuidados centrados en el individuo, en su propia singularidad, en sus capacidades y limitaciones, favoreciendo la promoción de su autonomía en la medida en la que pueda ejercerla desde su fragilidad y vulnerabilidad”, remarca el psicólogo.
Actuaciones todas ellas que “promuevan su mayor participación posible, que aumenten la percepción de que la persona tiene todo el control de lo que pasa o acontece en su vida, que potencien su toma de decisiones, suscitando un mejor autoconcepto de sí mismo y acrecentando la propia autoestima como sujeto capaz de disfrutar de las oportunidades que le brinda su existencia”.
De este modo, continúa Posse, “fomentar un estilo de vida activo, aun en los casos de las personas con gran dependencia funcional o afectadas por deterioros cognitivos severos, es en sí mismo un factor concienciador de la necesidad de procurar el disfrute de la tercera o cuarta edad a través de actividades significativas y verdaderamente motivadoras de la persona mayor”.
Gracias a este programa, que beneficia a cerca de 200 personas (del orden de 140 residentes, 30 usuarios del centro de día y otra treintena de pacientes en la Unidad de Cuidados Paliativos, aproximadamente), “esperamos una mejor vivencia de nuestros mayores en esta última etapa del ciclo vital, alineada con la gratificación de participar en iniciativas estimulantes y motivadoras que les procuren una mayor calidad de vida según las capacidades, competencias y en las mismas limitaciones que pueden ocasionarles la propia cronicidad de sus patologías”, apunta el experto.
“Que la madurez no sea agregarle años a la vida, sino vida a los años que aún quedan por vivir”, concluye Posse.