Blue es un pionero, un héroe. Una especie de ángel de la guarda. Es cariñoso, cercano y protector de su amigo (y usuario), un niño con síndrome de Tourette. Blue es el primer perro de España adiestrado para ayudar a personas “con esta condición”. Con la ayuda del perro de asistencia, estas personas se sienten más seguras y tranquilas, mejorando en su autonomía y derribando las barreras del día a día. Ejercen de ángeles de la guarda. Como lo son también en la Asociación Obra Social Ischadia. Su labor con perros adiestrados contribuye a mejorar la calidad de vida de muchas personas.
“Nuestra asociación nació con el objetivo de asegurar el bienestar social de personas con algún tipo de diversidad funcional y de aquellas otras personas que se encuentren en situaciones desfavorables o de vulnerabilidad social”, comienza explicando Mentxu Ortiz, maestra de audición y lenguaje, especialista en trastornos de la comunicación y formada en Análisis Conductual Aplicado (ABA) y instructora de perros de asistencia. Dentro de Obra Social Ischadia, Mentxu se ocupa de establecer cuáles son los programas de actuación a aplicar de acuerdo con las necesidades de las personas y centros con los que colabora esta asociación. Junto a ella, Alberto Zafra y Pablo Navarro se encargan de la instrucción de estos ángeles de la guarda. Porque aparte de Blue, se cuenta con otros héroes anónimos, que responden al nombre de Kika, Coco, Ñoqui y Vera.
La Obra Social Ischadia, que nació a comienzos de 2015, centra su misión en ayudar a la sociedad en cuatro frentes: entrenando y entregando perros de asistencia adaptados a personas que requieren de un perro para mejorar su calidad de vida; desarrollando programas de intervención asistida con animales (IAA) en centros que requieran de estos servicios como son centros educativos especiales o residencias de mayores; organizando charlas divulgativas y de sensibilización y realizando acciones formativas.
Cuatro focos de actuación donde los perros (recordemos aquello de que son el mejor amigo del ser humano) desempeña un protagonismo esencial. “Sin ellos, nada sería posible”, reconoce Mentxu. Afirmación que se comprende con el siguiente ejemplo: “En una residencia, por ejemplo, hay personas mayores con problemas de movilidad a los que les cuesta hacer determinados ejercicios con los terapeutas del centro. No tienen motivación y lo ven como una obligación. Si introducimos la figura de un perro, su mentalidad cambia porque sienten que están jugando con el perro y eso aumenta en gran medida su motivación. Les decimos que les tiren la pelota y conseguimos que estas personas muevan su brazo y realicen ese mismo ejercicio”. Y también se contribuye a mejorar esa soledad de las personas mayores.
Otras veces, estos perros no acuden a centros de mayores o educativos, sino que son entregados a personas con algún tipo de discapacidad, ayudándoles a mejorar en su día a día. “Entrenamos y entregamos perros de asistencia para personas con Síndrome de Tourette, que es nuestro proyecto pionero en España, y también para niños y niñas con trastorno del espectro autista, personas sordas y personas con movilidad reducida”, explica Mentxu.
“Nosotros recibimos muchas peticiones, las valoramos y vemos si la ayuda de un perro puede resultar beneficiosa”. Antes de ese paso final, hay un intenso trabajo detrás, de selección y educación; y después, de seguimiento.